Hoy parado en la esquina del
edificio que cobija al reactor RP0 y el patio de la bandera, miraba hacia el
edificio de lo que fue el CSEN, donde estudiamos el año 1979, la maestría en
energía nuclear, y luego las diversas versiones de esta maestría y
especialización de Técnicos Nucleares, allí en el primer piso estaba la
biblioteca, con muchos libros, revistas, mesas para lectura y la excelente
atención de la Sra. Irma López de Castilla. Ella nos ayudaba a organizar la mejor
búsqueda, en esos tiempos por los 80´s teníamos el apoyo de Brasil, con su
efectivo SONAR, muchos de los trabajos e investigaciones se consolidaron con
esta colaboración. ¿De donde salía el dinero para que nos llegase por escrito
montañas de artículos?, nunca lo entendí.
Pero no todo era estudio y trabajo, allí en el CSEN, también
practicábamos después de las horas de trabajo un poco de música latinoamericana,
que ciertamente estaba de moda. Con nuestros ahorros compramos los instrumentos
que nos parecían más cercanos a nuestro aprendizaje, así nuestra responsable de
la biblioteca escogió el bombo, lo aprendió muy bien luciéndose en algunas
actuaciones que el grupo tenía en el trabajo o en aniversarios. Yo escogí la
quena creyendo que, porque nuestro amigo José Albornoz lo hacía muy bien en el
grupo Huayanay, nos ayudaría, y también aprendería, cosa que no ocurrió a pesar
de mis esfuerzos, que incluyó un mes de estudio de la quena, en la San Marcos del parque
universitario. También en la biblioteca nos reuníamos para conversar sobre el
Perú, la situación social, política y científica, indefectiblemente terminábamos
poniendo como ejemplo el caso del IPEN.
En una de estas reuniones a veces se incorporaba Benjamín (Marticorena), que en base a sus firmes y claras ideas, sobre el entorno nacional y mundial, nos aliviaba el camino. En estas pequeñas tertulias surgieron los cimientos para construir las organizaciones de los profesionales como la APN (Asociación de Profesionales Nucleares) y luego, cuando las cosas se pusieron perores, el SEIPEN (Sindicato de Empleados del IPEN).
En el segundo piso estaba el laboratorio de química con Paula (Olivera) y Juan (Arellano), allí se sentaron las bases de la aplicación nuclear, Trazadores Radioactivos, con Juan amante también como yo del fútbol, integramos la selección del IPEN, representándola en inmensos campeonatos de Centromín o Petroperú donde reunían a casi todas las instituciones del Ministerio de Energía y Minas, en todas dejábamos bien puesto el nombre de los nucleares peloteros.
Igualmente en el segundo piso estaban las aulas, que fueron
inauguradas precisamente con la maestría de energía nuclear de mi promoción que la iniciamos en octubre de 1978 y la concluimos en enero de 1980. De esa promoción recuerdo con claridad a los alumnos y profesores de
San Marcos, como Mateo Márquez y de la UNI a Moisés Sánchez, y a Lucho
Villanueva quien de vez en cuando nos invita a su casa donde volvemos a vernos con el aviador Miyahira, el electrónico nuclear Amico, el mecánico Martínez.
Esta mención la realizo a aquellos que no trabajan en el IPEN.
Pero, es
inevitable que estando en estos días en el RP0, me entre nostalgia cuando ingreso a la consola del reactor y recuerdo a Eleuterio (Alvarez) operador de
esta instalación, de los mas entretenidos personajes, cuyas historias siempre
terminaban en anécdotas eróticas. Murió en un accidente ejerciendo su trabajo de
inspector de obras del MEM (Ministerio de Energía y Minas).
Parado frente a este edificio que ya no pertenece al IPEN, ahora es del Ingemmet, discurren por mi mente páginas de aquellas épocas, cuando el IPEN se erguía como una institución jòven, en construcción, victoriosa y con futuro. Hoy contrariamente con profesionales de promedio 50 años, parece una institución cansada, sin esperanza en clara desintegración.
Todo ha sido
cedido a alguna institución del estado solo ha quedado el edificio del RP0 y el
minúsculo ambiente de lo que era el generador de neutrones. La oficina de la
presidencia del IPEN, ahora ocupa lo que era la oficina de mantenimiento del
RPP0, allí apretujados también están la secretaría general y secretarias
disputándose cada milímetro cúbico de aire.
No sería sorpresa que muy pronto
también desaparezca este ambiente del RP0, simplemente porque no se sabe
transmitir a la opinión publica el uso del reactor, tenemos un Presidente que no
sale ni para almorzar, tiene el complejo de las cavernas de Platón, ser rey de
la oscuridad.
En el tercer piso de ese edificio (CSEN) estaban las oficinas de Seguridad Nuclear y de Materias Primas de esta última dependencia no ha quedado nada, se perdió todo el conocimiento adquirido sobre el manejo del uranio, la política de combustibles nucleares desapareció con la llegada de Fujimori, mientras que Chile, lo consolidó y hoy se da el lujo de montar sus propios elementos.
En Seguridad Nuclear estaba el laboratorio de calibraciones, desde
allí nos saludaba con sonrisa exigida la Srta. Carmen del Mas, quien murió muy
joven, pero su esfuerzo y dedicación está vigente en lo que es hoy el nuevo y
moderno Laboratorio de Patrones Secundarios, que destaca nítidamente en el
Centro Nuclear RACSO a pesar del poco apoyo que le brindan las autoridades del
IPEN. Honor al mérito de sus incasables trabajadores como Tony (Benavente) y
Elder (Celedonio).
Mirar el edificio de la alta dirección, que hoy pertenece a Perupetro, es recordar aquella escena de setiembre de 1984, cuando el Presidente de entonces el general Juan Barreda, en una mañana frente a todos los trabajadores que se habían movilizado hacia su oficina para respaldar a sus dirigentes, quienes tuvieron una reunión con él por reclamos justos principalmente económicos. Luego de intervenciones de todos los delegados, le pedimos que su respuesta, se la diera directamente a los trabajadores, que estaban afuera. Pues se escuchaban las arengas en la sala de reuniones. A lo que el Presidente con semblante furioso aceptó, dándonos la sensación que no temía a nada, y se dirigió hacia el balcón, donde también salimos todos. Entonces él desde arriba, como dirigiéndose a soldados prestos a la guerra, dijo:
Mirar el edificio de la alta dirección, que hoy pertenece a Perupetro, es recordar aquella escena de setiembre de 1984, cuando el Presidente de entonces el general Juan Barreda, en una mañana frente a todos los trabajadores que se habían movilizado hacia su oficina para respaldar a sus dirigentes, quienes tuvieron una reunión con él por reclamos justos principalmente económicos. Luego de intervenciones de todos los delegados, le pedimos que su respuesta, se la diera directamente a los trabajadores, que estaban afuera. Pues se escuchaban las arengas en la sala de reuniones. A lo que el Presidente con semblante furioso aceptó, dándonos la sensación que no temía a nada, y se dirigió hacia el balcón, donde también salimos todos. Entonces él desde arriba, como dirigiéndose a soldados prestos a la guerra, dijo:
“Me parece muy bien que estén juntos, y aprovecho para recordarles, particularmente a los nuevos, de cómo he mejorado esta institución. Gracias a mi gestión hemos construido ese edificio –señalando el CSEN- y vamos a continuar con las oficinas de administración… “
Continuó narrando, diversos aspectos, para luego finalizar.
“De modo que yo les pido que vuelvan a sus oficinas”.
Cuando trató de volver a su oficina, y estando todos los dirigentes también en el balcón, pues habíamos salido juntos de la sala de reuniones, antes que gire completamente y retroceda, tomé la iniciativa y dirigiéndome a todos dije:
“Sr. General, hemos venido los delegados de las diversas direcciones,
a pedirle que usted en persona, realice las últimas gestiones en el MEF, para
posibilitar un aumento de salario, sabemos que con su presencia la gestión culminaría exitosamente, por ello necesitamos su respuesta”.
Entonces con el semblante, que se había tornado, casi blanco, pétreo reflejando cierta furia contenida dijo:
“Muy bien si ustedes quieren mi respuesta clara, les digo que yo acostumbro hablar y dialogar con todos, incluso me podría sacar la camisa si me lo piden por las buenas, pero cuando me vienen en mancha como hoy, jamás cedo, como soldado tengo responsabilidades que cumplir. Por ello sí voy a viajar a Viena. Eso es todo se pueden retirar”.
Con esta respuesta, la confrontación trabajadores con las autoridades de turno no decayeron por el contrario se exacerbaron, hasta el punto que hubieron despedidos, pero luego, con mucho esfuerzo, se consiguió sus reposiciones y finalmente se logró su renuncia, retirándose con él un grupo de casi 8 militares ubicados en diversos cargos técnicos.
Tratando de cerrar esta pagina mientras observo este balcón, que ya no pertenece al IPEN, vuelve a mi mente, la imagen que desde arriba divisé a Miriam (López) que trabajaba en el generador de neutrones, posteriormente comenzó a trabajar en Huarangal, en el grupo de Activación Neutrónica, pero como toda buena juven investigadora decidió viajar al extranjero para culminar su postgrado en EEUU. Lo logró, sin embargo, la muerte traicionera se la llevó desde Canadá sin darnos tiempo para felicitarla y contarle que el IPEN de la avenida Canadá está muriendo, sin que nos demos cuenta. Qué coincidencias.
El Mirador Nuclear
Lima, 22 de Enero de 2009
Referencia: http://agustinzunigacienciaycultura.blogspot.com/2009/01/ipen-en-desintegracin.html
Lima, 22 de Enero de 2009
Referencia: http://agustinzunigacienciaycultura.blogspot.com/2009/01/ipen-en-desintegracin.html
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