Pinceladas de la historia nuclear en el Perú
Mientras el mundo curaba
sus heridas dejadas por la segunda guerra mundial, en el Perú, el año de 1954,
se fundaba la Junta de Control de Sustancias Radiactivas, orientada a dar
normativas, relacionadas con la posesión y manejo de dichas sustancias. El uranio por entonces era considerado un
material estratégico, por lo que para abarcar aspectos técnicos y no solo
administrativos, se crea el 16 de noviembre de 1955, la Junta de Control de
Energía Atómica (JCEA), esta es la fecha de inicio de la actividad nuclear en
el país. Gracias al amplio apoyo
gubernamental brindado esta entidad se consolida, y se orienta no solo a la
búsqueda de uranio, sino también a los
diversos usos pacíficos de la energía
nuclear. Luego se creó el ISEN (Instituto Superior de Energía Nuclear),
cobijando una biblioteca muy reconocida. El auge de la búsqueda de uranio trajo
a muchos expertos internacionales a compartir sus conocimientos. Destacándose
el Mapa de Favorabilidad Uranífero del Perú y en 1977, se descubre el indicio
uranífero de Macusani en Puno.
El 04 de febrero de 1975, el estado peruano remplazó a la
Junta, por el Instituto Peruano de Energía Nuclear (IPEN), institución pública
descentralizada del ministerio de energía y minas. Preparó un Plan Nuclear,
orientándose en primer lugar a la
formación de capital humano. Siguiendo el Plan, el 05 de noviembre de 1977, se
firma el contrato con la Comisión Nacional de Energía Atómica de Argentina
(CNEA), para desarrollar el Proyecto, Diseño, Construcción, Suministro y puesta
en marcha del Centro Nuclear de Investigaciones de Perú (CNIP). Para consolidar
este proyecto, en 1978 se construyó el reactor nuclear RP0 (potencia 1 vatio)
orientado a la capacitación, implementándose las maestrías en Energía Nuclear y
Técnicos Nucleares, con amplia convocatoria nacional. Los profesores principalmente argentinos.
Los estudiantes mejor calificados pasan a trabajar al IPEN, y luego realizan estadías de entrenamiento en los centros atómicos de Constituyente y Eseiza, en las áreas de trabajo del futuro CNIP. Hubo mucha participación en el montaje y la puesta en marcha del reactor. La prueba de fuego se dio con la primera puesta a crítico del reactor RP10 el 30 de noviembre de 1988. Luego el siguiente año se alcanzó los 10 Megavatios. A partir de ahí, se ha consolidado la operación segura del RP10, y el amplio uso de los neutrones demostrado en la producción de radioisótopos, análisis por activación, neurografía, física de reactores, termohidráulica, difracción de neutrones entre otros.
Las
Enseñanzas en el CSEN—1980
Cuando terminábamos la universidad allá por los años 1978,
el futuro estaba más ligada al Perú, las comunicaciones no eran tan fluidas con
el exterior. Así que muchos egresados en ciencias e ingeniería, vimos con buenos
ojos, continuar estudios de maestría en Energía Nuclear, era la primera institución que ofrecía una propina
mensual. La calidad venía garantizada por la UNI, que era coorganizadora con el
IPEN, de quién no había escuchado nada antes. Luego de rendir el exigente
examen de maestría en la UNI, clasificamos unos 20, de diversas especialidades,
físicos, químicos, ingenieros mecánicos, electrónicos, químicos. También se
incorporaron algunos docentes universitarios. Las aulas del Centro Superior de
Estudios Nucleares (CSEN), eran recién construidas (hoy es INGEMMET), en el
primer piso estaban las oficinas administrativas y la biblioteca.
En el segundo piso las aulas y
los laboratorios de química y electrónica. Los primeros profesores fueron don
Víctor La Torre, Jorge Paihua, David Parkansky, Carlos Marotto, Jorge Pinheiro,
Jorge Bravo. Terminado nuestros 12 meses de estudio, ingresamos a trabajar a
plazo indeterminado, los mejor ubicados
en el cuadro de méritos. Hoy, cada vez que pasamos por la Av. Canadá cuadra 14,
todavía sentimos deseos de ingresar a la biblioteca.
Entrenamiento
Específico en Buenos Aires
La Bombonera y los goles que clasificaron al Perú al
mundial de futbol de 1970, resonaban, todavía, en nuestros corazones, cuando
descendimos del avión en el aeropuerto de Eseiza. Jóvenes peruanos, que
llegábamos a Buenos Aires, la capital del Tango y el futbol, no a jugar sino a
prepararnos en la tecnología nuclear. Nos considerábamos embajadores del
conocimiento. Las calles corrientes, el obelisco, la general paz, cabildo,
libertador, se hicieron nuestros amigos, de día o de noche. Las famosas
parrilladas, fueron parte de nuestro menú. En los ambientes de los laboratorios
de los Centros Atómicos de Constituyentes o Eseiza, nos convertíamos en
estudiantes habidos por traer conocimiento a nuestro país, Sabíamos que se
construía el CNIP, y nos preparábamos en las dependencias, de similar
responsabilidad, a donde iríamos cuando el RP10 funcionara. Durante 6 meses o
mas, compartimos con nuestros colegas, y hermanos argentinos sus
conocimientos. Trabajamos en los
reactores RA1, RA2, en física de reactores con Guillermo Ricabarra, Fina (su
esposa) y Mariza Bang, Igualmente otros colegas, hacían lo propio con sus
supervisores en el reactor RA3.
Luego de la jornada diaria, volvíamos,
presurosos los jueves a la “escuelita” donde el responsable de la delegación
peruana, revisaba en detalle el avance de nuestra capacitación.
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